Sale el Sol por fín en Asturias, crecen los días, y la sensación de luz y el florecer de la vida hace de la primavera en lugares tan verdes como Piloña un auténtico mosaico de colores difícilmente comparable. Y es que este concejo que siempre hemos valorado como uno de los preferidos por ubicación y orografía, tiene tantas sorpresas y lugares mágicos que nunca deja de cautivarnos.

Cuando llegamos a la zona de Miyares y observamos lo bien cuidadas que están muchas casas de estilo tradicional asturianos sabemos que no es casual, que aquí las familias que llevan arraigadas tiempos no tienen ni mucho menos razón alguna para cambiar. Y cuando desde aquí llegamos al pequeño pueblo de El Pando, elevamos aún más esta sensación, pues es el mejor rincón para perderse, sin perderse, del oriente asturiano.

En este pequeño núcleo rural solo tenemos unas cuantas casas, y una de ellas al llegar nos sorprende por su carácter y su galería, pues sus grandes ventanas están también orientadas al Sur y ya podemos ver como lugar de referencia una mesa con sillas en el camino donde ya empezamos a imaginar tardes de Sol y compartir momentos inolvidables frente a un paraíso natural.

Hablemos de la casa, pues tiene mucho que ofrecer. Hablamos de una casa de dos plantas de unos 90 m2, con un parche de entrada en la planta baja que coincide con un corredor tradicional en la planta primera. Aquí en la entrada ya contamos con un cuarto para la caldera de gasoil y su depósito, primer punto a favor. La planta baja tiene un gran salón con grandes ventanas, un cuarto de baño, la cocina con todo lo indispensable, y dos pequeños cuartos hoy en día como lugar para almacenar libros o demás útiles, pero bien podría ser un dormitorio como bien se está demandando hoy en día.

La primera planta cuenta con 4 dormitorios y un cuarto de baño en la galería, donde destaca su dormitorio principal con piedra vista y una cantidad exagerada de luz que inunda su pasillo central. Su suelo de madera está en un estado fantástico, y todo luce en esta planta de una manera magnéticamente atractiva. Desde aquí contamos con el corredor, ideal para tender ropa o sentarse a la sombra de los veranos tan agradables que vienen, y además contamos con las escaleras que nos llevan al bajo cubierta.

Pudiendo estar de pie (y midiendo un servidor 175) en el centro podemos prever un lugar idóneo para que jueguen los niños, para crear un gran dormitorio o cualquier otro uso, pues cuenta también con una gran entrada de luz natural, y el buen estado de su estructura promete aún más posibilidades en el futuro. Son suficientes sus huecos y sus ventajas, por lo que si le sumamos el terreno del que vamos a hablar ya llegamos a la cima.

Cuenta con tres terrenos diferentes pero unidos, a unos 60 metros de la casa, que suman unos 1100 m2 y desde donde las vistas son únicas, y su sensación de privacidad es única. Aquí no quiero extenderme, sólo puedo asegurar que cualquiera que venga a comprobar en persona la sensación de estar en tu lugar soñado no se va a arrepentir.

La casa cuenta con todos los suministros y está para entrar a vivir de un día para otro. Sin duda.
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